Westminster Bridge

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El Puente de Westminster en Londres, Inglaterra, es uno de los puentes más conocidos y fotografiados de la ciudad y un elemento central del horizonte de Londres. Cruza el río Támesis y conecta el histórico barrio de Westminster en el lado norte con Lambeth en el lado sur, justo cerca del Palacio de Westminster y el Big Ben. Construido en el siglo XIX, el puente no solo es una vía de tráfico funcional, sino también un símbolo de la historia de Londres y su conexión con el poder político. Su elegante arquitectura y la vista espectacular lo convierten en una parte indispensable de cualquier visita a la capital.

La historia del Puente de Westminster comienza con la necesidad de crear un segundo cruce fijo sobre el Támesis, debido a la sobrecargada London Bridge. El primer Puente de Westminster se inauguró en 1750, diseñado por el ingeniero suizo Charles Labelye. Este puente original era una construcción de arco de piedra con 15 arcos, que sin embargo causaba problemas de estabilidad y navegación en el Támesis, ya que los arcos estrechos obstaculizaban el tráfico fluvial y provocaban erosión en el lecho del río. Después de más de un siglo de deterioro y reparaciones repetidas, se decidió reemplazarlo por una estructura más moderna. El actual Puente de Westminster fue construido entre 1854 y 1862, bajo la dirección del ingeniero Thomas Page, con el apoyo del arquitecto Sir Charles Barry, quien también trabajó en el cercano Palacio de Westminster.

El Puente de Westminster actual es un puente de hierro de siete arcos con una longitud de aproximadamente 252 metros y un ancho de alrededor de 26 metros, lo que lo convirtió en uno de los puentes más anchos sobre el Támesis de su tiempo. Fue construido con hierro fundido y forjado y revestido con piedra de Portland, para darle una apariencia armoniosa con el edificio del Parlamento contiguo. El puente está pintado de un verde suave, un color que coincide con los bancos de cuero verde en la Cámara de los Comunes, y sus decoraciones góticas reflejan el estilo del Palacio de Westminster. Los arcos son más planos que los de la antigua pasarela, lo que facilita el tráfico marítimo y al mismo tiempo crea una silueta elegante.

Para los visitantes, el Puente de Westminster es un punto destacado principalmente por su vista. Desde el puente se tiene una vista incomparable de la Torre Elizabeth, el edificio del Parlamento con sus torres agudas y el Támesis serpenteando por la ciudad. Al este se pueden ver los rascacielos modernos con el London Eye y al oeste los edificios históricos de Westminster. Especialmente al atardecer o por la noche, cuando las luces de la ciudad se reflejan, el puente se convierte en un motivo fotográfico popular. Los amplios paseos a ambos lados lo convierten en un lugar ideal para pasear, aunque también es una vía de tráfico ocupada para autos y autobuses.

El entorno del puente aumenta su atractivo. En el lado norte se encuentra el Palacio de Westminster, sede del Parlamento británico, con la Westminster Hall del siglo XI y las icónicas torres. Justo al lado se encuentra la Abadía de Westminster, donde se celebran coronaciones y bodas reales. En el lado sur se extiende Lambeth, con lugares de interés como el Museo Imperial de la Guerra y el Museo Florence Nightingale. La proximidad a estos lugares históricos convierte al puente en un punto de partida natural para explorar.

El Puente de Westminster es también una obra maestra funcional. Su construcción tuvo en cuenta las corrientes del Támesis y la necesidad de no obstaculizar el tráfico marítimo, lo que lo hizo tecnológicamente avanzado para su época. Transporta diariamente miles de vehículos y peatones y es una parte indispensable de la infraestructura urbana. Sin embargo, su calidad estética sigue siendo prioritaria, ya que fue diseñado conscientemente para armonizar con la majestuosidad gótica del edificio del Parlamento.

Para los visitantes, no hay instalaciones fijas como cafeterías directamente en el puente, pero los alrededores ofrecen muchas opciones, desde vendedores ambulantes con bocadillos hasta pubs y restaurantes en Westminster y Lambeth. El puente es de acceso libre y es un punto de encuentro popular, ya sea para turistas que disfrutan de la vista o para músicos callejeros que animan el ambiente.

En resumen, el Puente de Westminster es más que un cruce sobre el Támesis: es un símbolo del corazón político de Londres, su historia y su belleza. Une el pasado y el presente, proporciona un escenario para la vida cotidiana y momentos históricos, y sigue siendo un elemento indispensable del paisaje urbano que cautiva a los visitantes con su elegancia y significado.

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